Si asistimos a una sesión del congreso de los
diputados. Llama la atención la ferviente capacidad de los diputados a la hora
de aplaudir todo lo que dicen sus líderes. Aplauden y aplauden. Si además están cerca del
parlamentario que está actuando, es decir que pueda salir en la televisión,
acompaña a los aplausos una importante
expresividad digna del mejor actor.
Son como
hinchas de un equipo de futbol que solo quieren que su equipo gane aunque sea
con un penalti injusto. Lo peor es que
también tienen la misma participación en el partido que los mismos hinchas., es decir ninguna. Van
a la sesión y ven el partido quiero decir el debate (porque de participar, nada
de nada. Hay parlamentarios que llevan allí toda la vida y todavía no han
tenido la más mínima participación). Silban cuando tiene la pelota el
contrario, quiero decir la palabra, y aplauden cuando la tiene su equipo.
Recuerdo al
señor Gil Lázaro del Partido Popular. Como en la anterior legislatura y cuando
era oposición, todas las semanas le preguntaba al señor Rubalcaba por “El
Faisán”. Desde que gobierna el PP “El Faisán” junto al señor Gil Lázaro, parece
que han volado del congreso. Todavía tiene este diputado la cara dura de
sentarse en “El Gato al Agua” a debatir y no se le cae la cara de vergüenza. Aunque
habría que preguntarle al moderador porque no le pregunta todas las semanas por
“El Faisán”.
Queda claro
que tenemos una democracia muy joven y muy mejorable. Los diputados, todos, tendrían
que estar obligados a presentar un mínimo número de propuestas, mociones etc., relacionadas con las provincias por las
que han sido votados. Y además tendrían que tener una hoja pública de
actividades para que los ciudadanos podamos fiscalizar el trabajo individual
de cada uno. Así llegadas las próximas elecciones, los votantes tuviéramos
algunas referencias de la persona a la que votamos. Mientras, seguimos
esperando las listas abiertas.
Faustino
Tomares.