EL EMPODERAMIENTO DE LAS TRABAJADORAS DE MERCADONA Y LAS MASCARILLAS

jueves, 15 de abril de 2021

 


Qué tiempos aquellos, en los que iba uno las grandes tiendas y buscaba siempre a una chica para que lo atendiera. Hoy hay que actuar justo a la inversa, es un verdadero peligro tener la más mínima diferencia de opinión con una mujer

Presumo de conocer razonablemente bien, desde fuera, a la empresa Mercadona. He tenido Y tengo familiares y amigos que han trabajado en esa empresa y en cierta época, tuve amistad con alguien importante de su organigrama de gestión. Soy un gran admirador de Juan Roig y soy de los que dicen que necesitamos muchos empresarios como él. Pero eso no quita, que, en los escalafones inferiores, puedan darse actitudes o modos que para nada quiere la empresa y se dé buena tinta que pone bastante empeño, así y todo, a veces, se dan. Por otro lado, permitan el título del artículo, cómo saben empoderamiento es una de las nuevas palabras del neolenguaje que nos han impuesto con esto de la dictadura de género, más que para definir, para imponer, que las mujeres por supuesto, están por encima de los hombres.

Tengo un buen amigo de educación exquisita y de un elevado sentido del respeto pero que naturalmente, tiene un defectillo y que espera que las personas con las que interactúa lo hagan con la misma educación y respeto que él ofrece. Por razones médicas está exento de llevar mascarilla, así y todo, cuando hay gente a menos de la distancia normal o cuándo va a sitios cerrados o dónde hay mucha gente, se la pone.

Me cuenta mi amigo un incidente, nada agradable que le ha sucedido en el Mercadona de Tomares; Me gusta comprar en Mercadona, hay productos, que solo se encuentran allí. Es por ello que voy cada semana. Cuando entro, me pongo la mascarilla tal como dice la normativa. No obstante, cuando estoy en una amplia zona espaciada, sin gente en los alrededores, me la bajo un poquito y dejo libre los orificios nasales. En ello estaba, cuando no se dé donde, surgió una empleada en muy mal tono imponiéndome subirme la mascarilla. Le dije que me la había bajado porque no había nadie en muchos metros a la redonda. Explicación que no acepto y me insistió en el mismo tono. Por evitar problemas, me la puse y seguí con la compra. Esta misma situación con muy pequeños matices diferenciados, me ha pasado en más de una ocasión, curiosamente, siempre han sido mujeres trabajadoras las que me han increpado, insisto increpado. Ninguna me preguntó si tenía razones para llevarla bajada, o si estaba exento de llevarla, o…sí me había mareado y necesitaba un poco de aire, por cierto, cosa que me pasa con bastante frecuencia.

Pero mira por donde unos días después, concretamente hoy, he ido nuevamente a hacer la compra. Sin novedad, era una hora de mayor afluencia de público, por lo que la mascarilla, en todo momento, la he llevado reglamentariamente. No he tenido problema alguno durante la misma, pero he aquí que, al llegar a la caja, en la misma había una chica que yo para nada recordaba pero que al parecer, ella, me recordaba muy bien. Puse los productos de la compara al principio de la cinta transportadora, y la chica los pasó hasta el final de la caja. Note ya, algo extraño, siempre los cajeros/as te dan la bienvenida, hola, buenas tardes etc. Esta no me dijo nada, tampoco me preguntó como hacen habitualmente, si quería una bolsa -Se que, en esta empresa, son muy exigente con el trato de sus trabajadores a los clientes y es por ello que me extraño sobremanera- Pasé hasta el final, metí los productos en mi bolsa que saque de mi bolsillo, y esperé que me diera el total de la compra. La miré y me indico con su mirada la pantalla de la caja, donde se reflejaba el total pero que yo ignoré. Me quede mirándola y ella a mi desafiante, hasta que, por fin, unos instantes después, me dijo la cantidad. A lo que le respondí ¡sabe hablar!

A partir de ese momento, subió aún más la tensión. Sin hablar me dirigí para el datafono para pasar la tarjeta y ella hizo ademan de no ponerlo operativo hasta que yo se lo pidiera, no se lo pedí. Le respondí que no tenía nada que hacer en todo el día, a lo que ella me respondió que hasta no recuerdo que hora, no terminaba el turno. Pero, le está haciendo perder el tiempo a la señora que viene a continuación, le dije. Fue entonces cuando me recordó que días atrás, ya me tuvo que decir que reprender, para que me pusiera bien la mascarilla. Está claro, que la chica además de buena memoria, es un poco retorcida. Le conteste, aunque hoy no era el caso, pero en referencia a aquel día, lo que quizás le tenía que haber contestado entonces: que ella no era nadie, para decirme que me pusiera la mascarilla.  Me contesto con la salida de siempre de las mujeres empoderadas en este caso: es usted un machista, voy a llamar a la policía, Ya está tardando, le conteste.

Qué tiempos aquellos, en los que iba uno las grandes tiendas y buscaba siempre a una chica para que lo atendiera, a ser posible, la más guapa. Hoy hay que actuar justo a la inversa, es un verdadero peligro tener la más mínima diferencia de opinión con una mujer así.

Faustino.

Publicado en eldiestro.es

 

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