Ya entonces practicábamos
“la economía circular” el casco de las bebidas se reutilizaba y se reutilizaba
y se reutilizaba y cuando ya estaba muy deteriorado, el propio envasador lo
mandaba al fabricante, lo fundía y se lo devolvía otra vez, listo para estrenar
Hace más o
menos treinta años, aquí en España se desató la fiebre por la optimización en
la recogida y eliminación de residuos. Como en todo, alentada porque en Europa,
ya iban muy por delante. Más o menos coincidió con el despertar en nuestras
conciencias, en cuanto a la preservación del medio ambiente. De igual manera, se inició la gran industria
del reciclaje, la cual ha avanzado tanto que, por fin, “la economía circular” es
la meta final que como en tantas otras cosas y con eso del neolenguaje, que no,
es más, que lo que ya hacíamos, antes de que despertaran nuestras conciencias. Naturalmente
y en paralelo se abrió un nuevo nicho de mercado, en el que el administrador
público es el verdadero gran beneficiado.
Faustino, coge
los cascos y ve a casa Paco a por la casera y el vino, era mi madre mandándome
a la tienda. Todo el que tenga cierta edad, conocerá perfectamente de lo que
hablo. Lo sabe, pero muy probablemente no sabe que ya entonces practicábamos “la economía circular” el casco de las
bebidas, se reutilizaba y se reutilizaba y se reutilizaba y cuando ya estaba
muy deteriorado, el propio envasador lo mandaba al fabricante, lo fundía y se
lo devolvía otra vez, listo para estrenar. Efectivamente, mientras se
reutilizaba y se reutilizaba, ese envase, no cotizaba al fisco, mientras que,
si va a la basura y no se reutiliza, el suplente y el suplente del suplente,
paga, paga y paga impuestos. Igual que con esos envases, sucedía con casi todos
los productos que utilizábamos. Así fue
hasta que nos impusieron la filosofía de “Usar y tirar”.
Allá por el
año 2.008-9 se recibió en mi pueblo una subvención de la Diputación de Sevilla
por valor de 300.000 euros (50 millones de pesetas) para la instalación de
sistemas de contenedores de recogida de residuos, soterrados, en teoría para
aminorar el impacto visual de los contenedores de superficie. Han pasado más o
menos doce años, desde la instalación de aquellos, pues bien, el mismo órgano
institucional, nuestra Diputación Provincial, les recuerdo que se nutre
totalmente de nuestros impuestos, ha dado otra subvención, ahora para la
retirada de los mismos. Al parecer, esa forma de almacenamiento de residuos, ralentiza
y encarece mucho la posterior recogida.
Hasta que los
poderes ocultos, no descubrieron el nuevo nicho de negocio, no se “preocuparon”
de concienciar a la sociedad de lo importante que era la preservación del medio
ambiente que, además, fue cuando comenzó de verdad el gran deterioro del mismo,
y en una época, en la que, sin darnos cuenta, lo respetábamos. Entre otras
cosas; Producíamos infinitamente menos residuos que hoy, íbamos andando a todas
partes y la bicicleta, además de tener su parte lúdica, era un verdadero medio
de transporte “La defensa del medio ambiente” casi fue, lo hemos visto en
muchas películas, la estrategia más adecuada de distracción, para un gran
negocio, hoy a pleno rendimiento, y en colaboración con los poderes públicos.
Faustino.
Publicado en eldiestro.es
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