Desde que surgiera este movimiento, son muchas las personas que en mayor o menor medida ha estado de acuerdo o al menos ha simpatizado en muchas de las demandas que hacía este movimiento, gente de izquierda de centro e incluso de derecha, sí de derecha pues las demandas que salieron a la luz pública en principio, lo eran de toda la sociedad española, tales como la reforma electoral, el desacuerdo con la clase política y el abuso de las multinacionales.
Desgraciadamente este movimiento se está desviando de lo que son las demandas reales de la sociedad para quedarse en las demandas de un grupo reducido de anti-sistema que además no hace distingo entre lo público y lo privado o mejor dicho entre lo que afecta a todos y lo que solo tiene que ver con la conciencia o el interior de cada uno. Naturalmente todo esto viene motivado por la reacción del movimiento contra la visita del Papa a Madrid.
La Iglesia es una institución religiosa y privada como pueda serlo dentro del ámbito laboral los sindicatos o las asociaciones de empresarios o las ONG de muchos y muy variados fines o infinidad de fundaciones, federaciones etc.etc. Cada uno es libre de participar, afiliarse, simpatizar etc. Con lo que uno quiera y si no quiere hacer nada de esto con no prestar atención o ser indiferente tiene que sobrarle pues como he dicho son instituciones u organizaciones de ámbito privado. Es cierto que si estas instituciones reciben subvenciones desde la administración pública cambia totalmente la manera de observarlas, el organismo público que otorga las ayudas es directamente responsable del buen uso de la misma. No son las instituciones privadas las que le tienen que dar las explicaciones a la sociedad ni la sociedad exigírselas a las mismas. Su organización interna es la que marca su línea de actuación y tiene que decidir si acepta o no subvenciones (todos saben lo que ello conlleva) pero en caso de recibirlas no es la sociedad la que tiene que fiscalizar estas subvenciones. La Administración pública está obligada a hacerlo y la sociedad a exigirle que lo haga. Pero cada uno en su sitio y dejándole al ciudadano libertad para asociarse donde quiera y con quien le dé la gana.
Soy libre para ser católico como otros lo son para estar afiliados a los sindicatos o a participar en asociaciones de empresarios, o ser hinchas de un equipo de futbol, o participar en una ONG e incluso en otras confesiones religiosas. No recuerdo haber visto nunca contra- manifestaciones sindicales, empresariales, futbolísticas o relativas al sexo o de cualquier otro tipo. Ya está bien, vamos a dejar al menos que cada uno sea libre en sus adentros.