Puede que las películas de Leone, no fueran del todo “redondas” pero sin embargo, dentro de unos guiones más que aceptables nos dejó escenas absolutamente maravillosas y que valen por si solas, más que películas completas de mayor reconocimiento
Murió hace unos días Ennio Morricone, para mi, uno de los grandes personajes del siglo XX. Su obra musical en composiciones para películas de cine ha sido grandiosa. Gracias a los adelantos tecnológicos y a la existencia de Youtube que permite tener en la biblioteca de cada uno, colecciones de todo tipo, en “mi música de pelis” tengo casi toda la creación del mencionado autor recientemente fallecido y que me pongo cada vez que lo entiendo necesario y que es muy a menudo. En la misma aplicación, tengo también la colección “escenas míticas del cine” en la que en muchos casos, están de la mano, Morricone y Sergio Leone, director de la misma nacionalidad y fallecido, hace bastantes años.
Durante la época activa del director de cine, estuve muy ocupado en otros menesteres y aunque veía sus películas, me gustaron mucho, tendrían que pasar muchos años para ser consciente de la grandiosa obra de aquel director, que aunque conocido, no parece que tuviera especial relevancia en el mundo del cine de ahí que sus películas, fueron calificadas peyorativamente como “espaghetti western”, de ahí que su gran película “Erase una vez América” se la destrozaran en Hollywood para poder ser estrenada. La admiración que siento hacia las composiciones musicales del mencionado autor, me ha hecho ver y oír todo lo que aportó a las películas de Leone pero también todo lo que Leone inspiró al músico. Entre ambos construyeron muchas de las escenas míticas del cine, aunque reconozco que esta apreciación queda muy lejos de la que tienen los críticos especializados, también reconozco, que para mí, carecen de la más mínima credibilidad. Hoy como en casi todo, hacen la crítica, en función de “sus propios intereses”.
Tengo un muy buen amigo, muy admirado, muy respetado y muy entendido en muchas materias, pero con el que discrepo bastante con las distintas maneras que tenemos de entender la sociedad. Cada vez que tocamos el cine, yo siempre hablo de Sergio Leone, me argumenta que no hacía buenas películas, de ahí su falta de reconocimiento en ese mundo. Siempre le contesto, que puede que sus películas, no fueran del todo “redondas” que película lo es? pero sin embargo, dentro de unos guiones más que aceptables nos dejó escenas absolutamente maravillosas y que valen por si solas, más que películas completas de mayor reconocimiento. Incluso muchos fotogramas de los que acompañan a las bandas originales en mi mencionada colección “música de pelis” son de una extraordinaria expresividad. Puede que la falta de sensibilidad, de empatía que hoy se da en nuestro mundo, tenga mucho que ver a la hora de poder entender lo que algún director intenta expresar mediante sus películas;
… Es la escena final de “La muerte tenía un precio” titulo que se le dio en España. El coronel Douglas Mortimer ya retirado, Lee Van Cleef, casi cuando tenía a manos al asesino y violador de su única hija y de su esposo en su noche de bodas, y tras muchos años buscándolo, es desarmado por aquel, el muy malo, malísimo , en la película “Indio”, Jean Mari Volonté. La pistola esta en el suelo, Indio saca su reloj de oro del bolsillo, el mismo que siempre utilizaba cuando estaba nervioso y que al abrirlo dejaba escuchar una agradable musiquita además de verse una foto de una guapísima joven en la contra-tapa del mismo. “Coronel, cuando deje de sonar la musiquita, coge el revólver y dispara, si puedes”. Sera la cámara de Leone puesta sobre las miradas de los protagonistas la que nos ofrecerá de forma absolutamente magistral y dramática los sentimientos de los protagonistas. La dureza en la expresión del coronel se transforma en resignación, no porque ya presintiera, quizás, la muerte cercana. Era resignación, yo diría que incluso con cierta dulzura -los sevillanos sabemos mucho sobre esa expresión- admitiendo ya, que el asesino de su hija, finalmente, se saldrá impune, a la vez que en sus pensamientos, seguramente, se veía con su hija. En frente, el asesino en ese mismo instantes, mientras espera el final de la musiquita para disparar, descubre cierto parecido entre la chica de la foto del reloj y el hombre que está a punto de matar, dejando escapar, incluso un ser tan vil, lo que nos hace intuir como un rayito de piedad en su mirada. El sonido cada vez más tenue de la musiquita, nos avoca hacia un tremendamente duro e injusto final. De pronto, ante la sorpresa de los protagonistas, vuelve a sonar con más fuerza. Clint Eastwood, “El Manco” aparece en escena con un idéntico reloj que un rato antes le había quitado al coronel sin que este se diera cuenta, y apuntando con un rifle a Indio a la vez que se aproximaba al coronel; “Viejo, (así lo llamaba) te has descuidado”. La cara de resignación se transforma en agradecimiento y esperanza. Sin dejar de apuntar con el rifle a Indio, le ofrece su revólver “prueba con este coronel”. Una vez equilibrada, nuevamente, las fuerzas entre los contendientes; “Indio, tu ya conoces el juego, cuando la musiquita deje de sonar, dispara”. El reloj enmudeció y el coronel fue más rápido, un solo disparo fue suficiente. En la mano del muerto, aún estaba el reloj que muchos años después era recuperado por el padre de la dueña. El Manco devolvió el otro reloj a su dueño “Coronel, hay cierto aire en la chica del reloj”, “Suele pasar entre padres e hijos”… De fondo, siempre y alternando con la del reloj, la música de Morricone.
Llego la hora de que mi niña, tuviera su propia habitación. Después de escoger los muebles en la tienda, la vendedora nos enseñó algunos cuadros con mucho color para completar la nueva habitación, en general dibujos de escenas infantiles y entre ellos, el de un payaso, ofreciendo una bonita flor con cara entre melancólica y triste. Al pie del dibujo, la leyenda “Bendito aquel que lleva la felicidad al corazón de los demás” lo compre y lo puse en la habitación. No recuerdo que fue de el, los niños crecieron, yo me tuve que marchar, pero jamás he olvidado aquella leyenda. Muchas veces en mi pensamiento, he cambiado, dentro de aquella frase, felicidad por ilusión, esperanza, amor, paz… pero siempre he mantenido aquel “bendito” de aquella frase.
Cada uno tiene su corazoncito, seguramente la malograda Pilar Miró, fue presa de pensamientos parecidos cuando hizo aquella película titulada “Gary Cooper que estás en los cielos” cada uno tiene su escala de valores y no nos afecta de la misma manera las cosas que se cuentan. Todos sabemos que tras cada situación ya en un relato escrito o en una película, hay algo de verdad que el autor ha vivido o ha escuchado. Quizás el haber vivido situaciones parecidas, hace que el mensaje que se intenta transmitir, afecte de distinta manera. Lo cierto y verdad, es que cuando se da la canícula veraniega, las películas de Sergio Leone con música de Morricone, ocupan lugar principal entre mis elegidas.
Faustino.
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