Hasta el más obtuso de
los economista, sino fuera por su dependencia de la sopa boba, sabe que sin
empresas no hay progreso al igual que sabe que si una empresa no es competitiva,
está condenada a la desaparición
El Liberalismo es una forma de
entender la vida con la que ya se nace. Por naturaleza no permite la imposición
de delegar sus responsabilidades. Las mismas que les fueron otorgadas en el
momento de nacer y por hacerlo como ser libre; “Eres dueño de tus circunstancias y serás quien las disfrute,
para lo bueno y para lo malo. Si no puedes, será tú responsabilidad la de decidir
si quieres o no, que alguien o un ente superior, lo haga por ti”. Hay que reconocer, es
humano; ofrecerse al confort que conlleva, delegar buena parte de nuestra
libertad a cambio de seguridad para la propia subsistencia. Es la razón, por la
que esta filosofía, muchas veces, queda diluida. Abandonada ante la falta de
capacidad para ejercerla, por la ausencia de valentía. Armonizar el pensamiento entre estas dos formas de vida,
es del todo imposible. El Stablihsmen lo
tiene muy claro; No encuentro el antónimo de la palabra “liberal” en nuestro
vocabulario, ofrece muchas, afirmando que lo fueran pero a mi forma de
entender, ninguna expresa lo contrario de la palabra señalada. He buscado la
expresión “pensamiento liberal” y tampoco he encontrada la frase que exprese lo
contrario..
Los que tienen un sueldo, especialmente
cuando es abultado, nunca o casi nunca se plantean de donde se les paga la
nomina, ni si el trabajo que ellos realizan vale lo que cobran por el mismo,
especialmente si trabajan para el sector público. En la mayoría de los casos, el sentido de la
palabra “productividad” no tiene el más
mínimo significado para ellos. Eso si, dentro de ese espacio limitado de
libertad, se empeñan en agrandarlo a lo
mayor posible para terminar engañándose a sí mismo y auto-convencerse de tener
una libertad que no lo es en realidad.
Por otro lado están; Los que tienen
un sueño y se esfuerzan por él, los que han luchado por generar su puesto de
trabajo, autónomos y en algunos casos más adelante, si tienen éxito,
empresarios. No siempre lo consiguen, las menos de las veces, casi siempre se
quedan en logros menores pero se
consolaran con el hecho de haberlo intentado y dejaran abierta la puerta…En el
peor de los casos, habrán aprendido a ser sensibles al coste de producción
y a todo lo que conlleva el aumento del
mismo, conocerán el precio de levantar todos los días la persiana y a
experimentar y sufrir la falta de reconocimiento del que nunca lo ha intentado.
Habrá aprendido la base de la economía; No se puede gastar más de lo que se
ingresa y que relacionar estos dos conceptos, dará lugar a una
productividad positiva o negativa que
marcara la viabilidad o no de la empresa. En definitiva, si no hay
productividad no hay futuro.
Desde estas premisas, el resultado es
la imposible armonización de pensamiento entre un asalariado y de un soñador.
Sin embargo, hasta el más obtuso de los economista, sino fuera por su
dependencia de la sopa boba, sabe que sin empresas no hay progreso al igual que
sabe que si una empresa no es competitiva, está condenada a la desaparición.
Así y todo, la deriva socialdemócrata
de los responsables de dirigir la sociedad española, partidos políticos, a los que sus votantes los siguen, por creer (cada
vez con menos convencimiento) que defiende la economía de libre mercado, ha
corrompido este pensamiento. Ha dado
lugar a hacer viables desde el presupuesto público a empresas carentes de la
más mínima competitividad, mediantes subvenciones y legislando en su favor, dando
lugar a competencia desleal y prostituyendo el mercado, además de crear un
falso tejido empresarial que con su forma de gestionar esta restándole
credibilidad al autentico empresario.
El grueso de nuestros actuales
dirigentes políticos, hijos de la burocracia,
han sido, en la mayoría de los casos, asalariados, y eso los que han
trabajado alguna vez, que muchos ni siquiera. Haría falta mucha pedagogía para
eliminar la criminalización que hoy pesa sobre los empresarios y que durante
años han apoyado partidos políticos y sindicatos y por supuesto; eliminar del mercado a los empresarios que solo
están para cazar subvenciones. Y por último haría falta unos dirigentes con
alturas de mira, estadistas, que buscaran el autentico bienestar de la sociedad
española, armonizar el beneficio empresarial con el beneficio social. Para que así, se hiciera justicia con aquel que lo arriesga
todo por un sueño en el que el mayor beneficiado, de conseguirlo, aunque muchos tampoco lo
entiendan, sería la sociedad.
Faustino.
#Real spain Publicado en eldiestro.es
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