Hemos asistido durante años al
desplome de nuestra democracia sin que nadie hiciera nada por defenderla. Casi
todos, desde el inicio constitucional, hemos buscado el interés personal. Dando
lugar a la implantación de un estado cada vez menos democrático y en el que se
les ha ido restando derechos a la ciudadanía y en beneficio del poder político.
Hemos asistido al entierro de Montesquieu acabando con la división de poderes. Hemos
llegado a permitir la financiación de los partidos políticos por la banca y las
grandes multinacionales. Hemos asistido a ver como los partidos políticos han
llevado sus tentáculos a todos los sectores económicos. Llegando a un nivel de
intervención estatal que ha provocado la ruina de la economía nacional. Cercana
y parecida a lo que pasó en la antigua
URSS.
Hemos visto
como la izquierda en el último gobierno de Zapatero aprobó numerosas leyes para
afianzar una ideología de izquierda que había perdido sus iconos tradicionales.
Hemos visto como han utilizado su enorme poder sindical para conseguir derechos
para sus asociados, a la vez que imposibilitar la viabilidad para las PYMES
aunque sí, asequible para las multinacionales. Las mismas que conforman
oligopolios que gestionan los productos de
consumo necesario para el ciudadano y que imponen los precios que les interesan
por carecer de competencia y estar regulados por el gobierno. Todo en
detrimento de la economía nacional y muy especialmente de los trabajadores que
no estaban dentro de la acción sindical.
Hemos visto como el centro-derecha, Partido Popular,
se ha limitado a hacer seguidísimo de la izquierda. Sin defender nunca los
intereses que le obliga su ideología y que tan necesario son para el equilibrio
constitucional y la defensa de la democracia. Ha permitido todos esos derechos
a los trabajadores de “clase” que han ido contra la supervivencia de las
empresas y han permitido la tiranía de los sindicatos contra la ciudadanía.
Después de casi cuarenta años de democracia aún no tenemos una ley de huelga.
Hemos visto como después de un año y medio de gobierno del Partido Popular,
Rajoy no ha tocado ni una sola de las leyes que aprobó Zapatero con el fin de
marcar diferencia con el centro-derecha. Leyes,
que tanto malestar provocaron entre
los ciudadanos contrarios a la ideología de Zapatero y que tan defraudados se
sienten hoy, por el mantenimiento de las mismas. Durante estos años, el Partido
Popular representante del centro-derecha solo ha defendido lo correctamente
político, muy al contrario de lo que ha hecho siempre la izquierda, que nunca
le ha faltado escrúpulo a la hora de defender lo que ellos, creían
que eran sus intereses.
En definitiva,
el centro-derecha, al principio UCD, después AP y por último el Partido Popular
nunca han estado a la altura que la democracia y sus votantes le demandaban.
Hoy, igual que antes con los partidos que le han precedido, entre los votantes
del PP se respira una enorme decepción tras haberle dado su confianza en forma de voto. Al parecer, los
partidos de esta ideología, no aprenderán nunca.
Faustino
Tomares. Frutero de profesión.