Por mucho que
hablara el señor Rajoy en el congreso en
el debate de la nación, solo hay un parámetro que ha mejorado desde que es presidente que es la recuperación de la
confianza de España en los mercados.
Pero por desgracia para el señor presidente,
ha sido su inmovilismo, lo que ha dado lugar a esta recuperación.
El, nos ha
subido los impuestos ni se sabe cuántas veces. No ha reducido en nada el gasto
público (principal causante de la ruina económica que padecemos) No ha tomado
ninguna medida para reorientar la creación de riqueza muy al contrario la
burocracia y las trabas al emprendedor siguen creciendo. El paro sigue
desbocado y lo que le queda. Curiosamente y a pesar de todo esto los mercados
ven garantía suficiente para invertir en nuestro país.
Una vez más el
pueblo español, lejos de su clase dirigente y a pesar de las zancadillas que
esta le pone, está tirando del carro. Las familias se aprietan el cinturón una
y otra vez, ahora para poder pagar los impuestos, ahora para consumir menos y
ahorrar más. Las empresas privadas, para nada las públicas, siguen reduciendo
beneficios, a la vez que reducen su pasivo, naturalmente esto conlleva también
la reducción de puestos de trabajo pero es la única manera para poder
sobrevivir pues la enorme voracidad del estado y de los oligopolios de sectores
estratégicos y de consumo obligado y regulados por el estado no dejan otra
salida.
El señor
Rajoy, con su política que solo defiende el sector público y los oligopolios
mencionados con anterioridad, está conformando dos clases de ciudadanos, los
que comen del régimen y los demás. Desgraciadamente, son los demás, los que después
o antes de garantizar su propia supervivencia, tienen que mantener la desmedida
maquinaria del régimen que poco a poco va empobreciendo el país al pasar cada
día más recursos desde la industria productiva o privada a la industria
improductiva o pública. Gracias a este sobreesfuerzo de lo privado, se está
mejorando cada día la balanza comercial con los demás países que es lo que crea
riqueza neta y de momento, es lo que ha devuelto la confianza reseñada. Esperemos
que más temprano que tarde, la clase dirigente adelgace sus estructuras y este
esfuerzo que está haciendo la empresa privada y las familias sirvan para algo.
Faustino
Tomares. Frutero de profesión.