¿Que diferencia hay entre este intento
de homicidio, en la que la agresora, por su profesión sin duda bien entrenada,
ataca con brutalidad a su exmarido, porque “no pudo soportar que rehiciera su vida“?
¿Que diferencia hay con esos otros
crímenes, también por celos o emociones similares, cometidos por hombres sobre
mujeres? ¿Por qué ese tratamiento diferenciado en los medios, en los protocolos
policiales, ante la justicia, en el Código Penal?
La respuesta ya la conocemos: intereses
económicos, industria del maltrato de la que se lucran las feministas
radicales, y demagogia electoral aparentemente de defensa de la mujer. Es
decir: Totalitarismo de/gener/ado ‘de género’.
F.O., secretario de la PCI.