A esos ciudadanos de a
pié que no están de acuerdo con que se limite su libertad hasta el punto de
quedar confinado en sus casas sin haber cometido ningún delito e incluso,
siendo ciudadanos ejemplares, les cuesta entender esa preocupación de nuestro
Estado ante el virus en cuestión y que sea tan permisivo con otras pandemias
estructurales que matan a muchas más personas y que se dan de forma habitual
El actual estado
de confinamiento que padecemos, está dando, para mucho hablar y debatir. De un lado, las personas
que a pie juntillas y sin dudarlo, aceptan que los gobernantes le vayan
marcando el camino a seguir, y por otro,
los que por muchas razones, ya de antemano se lo cuestionan todo. Para los
primeros y por su forma de actuar, no hay palabra, dentro de la buena educación
y las buenas formas, para definirlos. Los segundos, están ya denominados muy
claramente por nuestra lengua -ya saben,
esa que cuida y fiscaliza la Real Academia, porque en España siempre hemos sido
monárquicos, y cuyo lema es “limpia, fija y da esplendor”- y por una palabra muy hermosa, “liberales”.
Hemos leído y
escuchado en estos días, a personas muy acreditadas en conocimientos jurídicos,
muy pocos, dado el intervencionismo que padecen los medios de comunicación,
cuestionando el decreto que nos ha impuesto el confinamiento en nuestro
hogares, motivado por el Estado de Alarma, que ya algunos más, han llegado a
decir que de hecho, es un Estado de Excepción.
Según estos, se ha vulnerado nuestra constitución en su primer artículo que se
fundamenta en la libertad de cada individuo. Los que estamos escalones más
abajo, en estos conocimientos, no nos quedamos atrás y lo defendemos en la
medida de nuestras posibilidades.
A esos ciudadanos
de a pié, entre los que me encuentro; que
no están nada de acuerdo en que se limite su libertad hasta el punto de quedar
confinado en sus casas, sin haber cometido delito alguno, e incluso, siendo ciudadanos
ejemplares y muy al contrario, de los
que están “encantados” con esta situación; les cuesta entender esa preocupación
de nuestro Estado ante el nuevo virus, y
que por otro lado, sea tan permisivo con otras pandemias estructurales que
matan a muchas más personas y que se dan de forma habitual y permanente; El TABACO, uno de los venenos que más
gente mata pero que genera muchos miles de millones en impuestos. La hipocresía
además con la que se le trata es extraordinaria, está prohibido su consumo en los espacios públicos e incluso en
algunos casos hasta en lugares privados, para más, muchas de las muertes que
hoy causa el virus vienen provocadas por las afecciones pulmonares que este
producto, ha ocasionado a sus consumidores. El ALCOHOL, otro producto que mata a muchísima gente, los médicos
nos previenen que buena parte de la juventud, que ya lo es menos, padecerá
cirrosis por el abuso desmedido del mismo. Sin embargo, nuestros gobiernos, mas
los “progresistas” que los “conservadores” no solo no se han preocupado de
erradicarlo o limitar su consumo, muy al contrario, institucionalizaron el
concepto y acto de “La Botellona” habilitando incluso espacios públicos para
celebración de las mismas por la juventud. Hoy a pesar de que se ha rebajado el
fomento institucional de la botellonas, e incluso, se ha prohibido el consumo
de bebida en la vía pública, en la práctica, casi en general, se hace la vista
gorda, salvo que sea en la puerta de un negocio de hostelería que la policía
aprovechara para multar o cerrarle el establecimiento al titular de la
industria, pero nunca al que comete la infracción, al consumidor. Por último,
por hoy, EL PARO; Todos los leídos y
con mínimos conocimientos de economía y que además, evidentemente, no coman de
la sopa boba, reconocen que el paro en España es una estrategia política y que
indudablemente, es lo que más mata, la que hace que nuestros compatriotas
tengan que emigrar en busca de un futuro que aquí se les niega, o que conduzca a un estado de marginación social que
da lugar a la muerte lenta en unos casos, y
en otros, directamente al suicidio.
Faustino.
publicado en eldiestro.es
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