Desde que llegara Pedro Sanchez a la presidencia del
gobierno, se han aprobados importantes y abundantes normas en forma de decretos
sin pasar, aún menos debatirse, por la sede de los representantes del pueblo
Hoy se cuestiona de muy diversas maneras la democracia
como fórmula de gobierno. Nuestra ley electoral, ya la prostituye al no
proyectar lo realmente votado por el pueblo. Hay quien dice que no todos los
votos pueden valer igual, hay quien dice que da lugar a que potentes colectivos
puedan inclinar las nuevas leyes a sus intereses particulares, de la misma manera
que pueden hacerlo grandes poderes económicos y también hay quien dice que la abstención
debería tener representación en el legislativo. Todos los que han defendido
esta fórmula de gobierno y desde tiempos muy lejanos, dejaron muy claro que
si los contrapoderes que garantizan la
independencia de los tres poderes, no
funcionan, la democracia no sería autentica; El legislativo, con sede en el
Congreso de los Diputados vaciado de su función, el poder judicial hoy
totalmente controlado por los partidos políticos y el ejecutivo que hoy, es
quien controla a los dos anteriores.
Los gobiernos anteriores, por mucho que
nos cuenten, no hicieron nada o por lo menos lo necesario, para garantizar la verdadera democracia. Su
obsesión, la misma de casi todos los gobernantes, buscar formulas para perdurar el mayor tiempo
posible en el gobierno. Formulas para controlar al pueblo y formulas para
dotarse de más poder. Casi desde el primer día de aprobarse la constitución,
los políticos, representantes nuestros y elegidos por el pueblo, no han dejado
de prostituirla. Lo han hecho de todas las maneras posibles; por delante y por
detrás, con nocturnidad y a las claras del día, de tapadillo o con luz y
taquígrafo. Aprobando leyes sobre leyes del todo inconstitucionales para tapar
su degeneración. La impunidad que saben
les asiste, ha sido determinante y porque salvo en muy contadas ocasiones, si
al final cogen a alguno con la mano en la masa, la recompensa recibida con
anterioridad, lo habrá merecido.
Evidentemente esta situación ha sido
propiciada por el poder judicial. Los jueces que componen el T.S.J. que en
teoría son defensores de la justicia y
profesionales de acreditado prestigio, han sido nombrados por tener reconocido
sus tintes ideológicos. un poder que a pesar de que la constitución salvaguarda
la neutralidad del mismo, ya hace mucho,
se preocuparon de tutelarlo.
Todos recordaran aquella famosa frase del entonces vicepresidente del gobierno
y hoy adalid en defensa de nuestro estado de derecho, Alfonso Guerra
“Montesquieu es un señor que se murió hace mucho tiempo”, sucedió apenas iniciado el actual régimen
democrático.
Con ello, se ha llegado a vaciar de funciones el
Congreso de los Diputados, aunque el coste con cargo a nuestros bolsillos, no
deja de crecer, El diputado que menos cobra, el que ni siquiera asiste, nos
cuesta más de 50.000 euros al año, eso el que menos, multipliquen por 350 además
de toda la cohorte que los acompaña. El hemiciclo ha quedado para discusiones
barriobajeras en las que algunos pueden preguntar y otros pueden responder, o
no, sobre aquello o lo otro que le pueda
apetecer, son auténticos especialistas en retorcer la verdad. Desde
que llegara Pedro Sanchez a la presidencia del gobierno, se han aprobados
importantes y abundantes normas en forma de decretos sin pasar, aún menos
debatirse, en la sede del pueblo donde están sus representantes. No veo a nadie de peso, ni en los medios
de comunicación y aún menos en los partidos de la oposición quejarse de esta
nueva forma de gobernar y mediante decretos.
El pueblo necesita, aunque cada vez lo dudo mas, de un
estado apoyado sobre la constitución que permita elaborar unas leyes justas y siempre
dentro de la misma que darán lugar a una convivencia razonable. Todos tendremos
que perder algo de libertad para ganar una razonable convivencia. Es necesario un estado fuerte apoyado en unas Leyes justas y
flexibles que garanticen la fortaleza del mismo en equilibrio con los derechos
del pueblo. La posibilidad de adaptar las leyes en cada momento a las
necesidades y a las demandas sociales que no a los intereses de unos pocos.
Hay que recuperar los poderes y contrapoderes, para que fiscalicen
los posibles abusos del estado, para que el ejecutivo, el legislativo y el
judicial recuperen su independencia y así, recuperar la autentica democracia
hoy convertida en Partitocracia que además permite el liderazgo y la tiranía de
un solo individuo, y que los partidos vuelvan a ser un medio y no el fin.
Faustino.
Publicado en eldiestro.es
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