DE CUANDO EL DINERO NO ES PUBLICO

jueves, 26 de diciembre de 2019





Han votado sin que nadie tuviera que señalarse, sin delatar su identidad, desde el anonimato, sin la más mínima presión y sin lugar ni  para la tibieza ni la corrección política  y el resultado es; que la mayoría de los hombres no comparten el discurso del feminismo rabioso

Deje la tele puesta, normalmente no veo, mientras me afeitaba, aprovechando el larguísimo corte publicitario en un episodio de la serie; mil veces repuesta, Doctor  House, a la vez que maldecía la cuchilla con la que lo hacía, escuche el nuevo anuncio publicitario sobre las cuchillas de afeitar que hasta Enero pasado estuve utilizando. Seguro que la gran mayoría de hombres, saben a que fabricante de cuchillas me refiero.

Fue en  enero pasado, más o menos, cuando una multinacional norteamericana con importante cuota de mercado en España,  lanzó un anuncio publicitario en televisión, plegándose de vergonzosas  maneras en favor del movimiento Me Too y en general a favor del feminismo radical que hoy padecemos. Algo parecido a lo que ha pasado recientemente con Placido Domingo, con la diferencia que en este caso era contra una persona y en aquel contra todo un colectivo, los hombres, que son los que consumen el producto de esa multinacional y al que hacía referencia el anuncio y a pesar de tratarse de maquinillas de afeitar, de consumo masculino. Aunque es cierto que el anunció tuvo importante contestaciones en  redes sociales, además de los habituales en bares y taberna,  también es cierto que nadie con responsabilidades en la sociedad, tibios en general y demás comedores de lo correctamente político, se dejó notar en sentido contrario al mismo, por mucho que le rechinara.

Sin embargo, a partir de ese momento, si hubo unos sitios en los que la emisión del anuncio fue determinante; los estantes de tiendas y  supermercados donde se exponía el citado producto, al final de la jornada de ventas, permanecía casi inalterado, casi había la misma cantidad de producto que cuando se iniciara el día. Contrariamente, las cuchillas de otras marcas de venta mucho menor, aumentaban sus ventas.

En la medida que lo permite en una gran multinacional como es la que se trata, muy lentamente, todo el engranaje de la misma, comenzó a girar para deshacer el gravísimo error cometido -espero que hayan roto el contrato de publicidad con la empresa de tal desaguisado o despedido, si es el caso, al empleado responsable- hasta llegar al spot publicitario que he escuchado hoy, mientras me afeitaba con unas cuchillas a las que mi piel no acaba de acostumbrarse, y que ha sonado a música de Ennio Morricone en mis oídos.

Los responsables o los alentadores de esta iniciativa pasaron un “pequeño” detalle por alto. Se les olvidó que todo el dinero que recibe el movimiento mencionado o el del feminismo radical, o es público o es de oscura procedencia, además de que no tienen que presentar cuenta de resultados a sus accionistas. La empresa de cuchillas, quizás la número uno del mundo en estos productos, es una empresa privada que si no da beneficio, estaría obligada a cerrar. En los Estados Unidos conocen muy bien el binomio expresado, allí la subvención para mantener empresas que solo generan perdidas no existen, si la hubo, en algún momento seguro que alguien acabo en la cárcel.

Sin darnos cuenta, la Gillette nos  ha hecho en España, país laboratorio,  una encuesta entre los que se afeitan, para saber los que admiten la criminalización del hombre solo por el hecho de serlo y los que no. Han votado sin que nadie tuviera que señalarse, sin delatar su identidad, desde el anonimato, sin la más mínima presión y sin lugar ni  para la tibieza ni la corrección política  y el resultado es “que la mayoría de los hombres no comparten el discurso del feminismo rabioso”


Faustino.

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